La palatabilidad es la recompensa hedónica (en este caso, el placer del gusto) proporcionada por alimentos o bebidas que son agradables al paladar y que a menudo varía en relación a la satisfacción homeostática de las necesidades nutricionales y/o hídricas.[1] La palatabilidad de un plato o bebida, a diferencia de su sabor o gusto, varía según el estado del individuo: es menor después del consumo y mayor cuando las necesidades de alimentos no están satisfechas. Su aparición crea una sensación de hambre que es independiente de las necesidades homeostáticas.[2]
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