La preexistencia de Jesucristo, como doctrina, afirma la existencia previa de Jesús en los cielos antes de su encarnación como tal. Uno de los pasajes bíblicos relevantes es Juan 1:1-18 donde, en la interpretación trinitaria, Cristo se identifica con una hipóstasis divina preexistente (realidad sustantiva) llamada Logos (en griego koiné: Λόγος, lit. 'palabra'). Hay puntos de vistas no trinitarios que cuestionan el aspecto de la preexistencia personal, el aspecto de la divinidad, o ambos.
Más particularmente, Juan 1:15, 18 dice:
15 Juan dio testimonio de Él, y clamó diciendo: «Este es del que yo decía; “El que viene tras mí, es antes de mí, porque es primero que yo”».18 A Dios nadie le vio jamás: el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró.
Esta doctrina se apoya en Juan 17:5 cuando Jesús se refiere a la gloria que tenía con el Padre «antes de que el mundo existiera» durante el Discurso de Despedida.[2] Juan 17:24 también se refiere a que el Padre amaba a Jesús «antes de la fundación del mundo».[2]
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