Conquistas musulmanas en el subcontinente indio

La toma del fuerte Mertha (Rajastán) por las tropas mogolas en 1561 (Akbarnama, Victoria and Albert Museum)

Las conquistas musulmanas en el subcontinente indio se refieren a las conquistas de pueblos y poderes musulmanes en el subcontinente indio, que comenzaron en 711-712 con la invasión de la región de Sind por los árabes, continuaron en el siglo XI y XII con las invasiones de los túrquicos y afganos, atraídos por la riqueza de los hindúes[1]​ y terminaron con el establecimiento del imperio mogol en el siglo XVI y su posterior caída.

Estas invasiones musulmanas sucesivas estuvieron marcadas, desde las conquistas de Mahmud de Ghazni y de Muhammad de Gur, por las masacres contra la población india que entonces se consideraban como no creyentes («kafir») y la destrucción de edificios religiosos budistas, jainistas e hindúes. Luego, desde 1211 hasta 1414, el sultanato de Delhi prosiguió con la conquista; también dejó algunos testimonios arquitectónicos notables como el Qutab Minar[2]​ Las devastadoras incursiones de Tamerlán en 1398 y 1399 sembraron el caos en el sultanato de Delhi y precipitaron su declive.

Babur, el fundador de la dinastía mogol, a partir de 1519, se propuso conquistar el norte de la India y poner fin a la confusión que reinaba allí. Comenzó entonces en ese norte un renacimiento del arte y de la artesanía, inspirada en gran medida por la civilización persa, fuente de las culturas de los musulmanes de Asia Central. La cultura mogol introdujo en la India toda una serie de técnicas y artes, como las de la miniatura, de las alfombras, de una arquitectura en la que el Taj Mahal —considerado como una de las Nuevas siete maravillas del mundo moderno—, es el ejemplo conocido más importante. Gracias a la unificación de todo el norte del subcontinente indio, a la construcción de carreteras y al establecimiento de una moneda única, la economía india experimentó períodos de prosperidad. La industria naval se desarrolló, al igual que los textiles y el acero.

El Dravida, el extremo sur de la India, permaneció libre durante mucho tiempo de toda dominación musulmana, mientras que el resto de la península vio el colapso de un budismo que no podía defenderse. Esa época también marcó la aparición del encarcelamiento de mujeres rajputas en las zenanas para protegerlas de las lujurias de los musulmanes, así como la práctica de jauhar,[cita requerida] un suicidio tradicional de masas en caso de derrota.

Sin embargo, cuando en el siglo XVII Aurangzeb fue coronado emperador y se proclamó «conquistador del mundo», comenzó el declive de la cultura islámica en la India. Si la islamización, como dominación política de un territorio por los musulmanes, fue un éxito en la India donde los imperios musulmanes se mantuvieron durante casi seis siglos, la islamización como conversión de poblaciones, por el contrario, fue un fracaso relativo: afectó a una gran cantidad de individuos, pero siguió siendo globalmente muy pequeña, con una distribución además altamente variable según las áreas geográficas.

  1. Gerhard J. Bellinger, Encyclopédie des religions, éd. LGF - Livre de Poche, 2000, 804 p. ISBN 2253131113
  2. Patrimoine mondial : Le Qutb Minar et ses monuments, Delhi, sur unesco.org (consultado el 19 de enero de 2010)

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