Epicuro

Epicuro

Busto de Epicuro. Copia romana del siglo II de un original griego de la primera mitad del siglo III a. C. Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

Escolarca
por El Jardín

Información personal
Nombre en griego antiguo Ἐπίκουρος Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 342 a. C. Ver y modificar los datos en Wikidata
Samos (Grecia) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 270 a. C. (71 años)
Atenas (Antigua Atenas) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Cálculo renal Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Atenas Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Ateniense
Religión Religión de la Antigua Grecia Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Padres Neocles
Querestrata
Familiares Neocles (hermano)
Educación
Alumno de Nausífanes
Información profesional
Ocupación Filósofo y escritor Ver y modificar los datos en Wikidata
Área Filosofía Ver y modificar los datos en Wikidata
Alumnos Hermarco de Mitilene
Leontion
Idomeneo de Lámpsaco
Metrodoro de Lámpsaco
Movimientos Epicureísmo, Hedonismo, Atomismo

Epicuro (en griego: Ἐπίκουρος, Epíkouros) también conocido como Epicuro de Samos, (Samos, 341 a. C. - Atenas, 271 a. C./270 a. C.)[1][2][3]​ fue un filósofo griego, fundador de la escuela que lleva su nombre (epicureísmo). Los aspectos más destacados de su doctrina son el hedonismo racional y el atomismo. Influido por Demócrito, Aristipo, Pirrón, y posiblemente Aristóteles y los cínicos, se volvió contra el platonismo y estableció su propia escuela en Atenas, conocida como el "Jardín" (kêpos; hortus), donde permitió el acceso de mujeres, prostitutas y esclavos.[4][5]​ Se dice que escribió más de 300 obras sobre diversos temas, pero la gran mayoría de estos escritos se han perdido. Solo tres cartas escritas por él, la Carta a Heródoto, Pítocles y Meneceo; y dos colecciones de citas, las Máximas capitales y las Sentencias Vaticanas, han sobrevivido intactas.

Como Aristóteles, Epicuro era un empirista, lo que significa que creía que los sentidos son la única fuente confiable de conocimiento sobre el mundo. Las experiencias sensoriales repetidas se pueden utilizar para formar conceptos (prolepsis) sobre el mundo que pueden proporcionar la base para la filosofía.[6]​ Derivó gran parte de su física y cosmología del filósofo atomista Demócrito. Enseñó que el universo es infinito y eterno, donde toda la materia está formada por diminutas partículas invisibles llamadas átomos. Se manifestó en contra del destino, la necesidad y el recurrente sentido griego de fatalismo. La naturaleza, según Epicuro, está regida por la necesidad y el azar, entendiendo este como ausencia de causalidad debido a la desviación (parénklisis) producida por la caída de los átomos en el vacío, permitiendo así que los humanos posean libre albedrío como fundamento de la ética en un universo determinista.[7]

Para Epicuro, el propósito de la filosofía era la búsqueda de la felicidad (eudaimonia), caracterizada por la ausencia de turbación en el alma (ataraxia) y de dolor en el cuerpo (aponía). Su ética hedonista considera procurar el placer y evitar el dolor el propósito de la vida humana; siempre de una manera racional para evitar los excesos, pues estos provocan un sufrimiento posterior. Los placeres del espíritu son superiores a los del cuerpo, y ambos deben satisfacerse con inteligencia, procurando llegar a un estado de bienestar corporal y espiritual. Criticaba tanto el desenfreno como la renuncia a los placeres de la carne, y argüía que debería buscarse un término medio donde los goces carnales deberían satisfacerse, siempre y cuando no conllevaran un dolor en el futuro. Manifestó que los mitos religiosos son falsedades que amargan la vida y que no se debe temer a los dioses porque no se preocupaban por nuestras vicisitudes.[7]​ Abogó por una filosofía de vida sencilla y autosuficiente rodeada de amigos.[8]

Otro aporte importante de Epicuro fue su filosofía respecto a la muerte, y complementando su pensamiento sobre la felicidad, Epicuro buscó reducir el miedo respecto a esta, y ayudar al encuentro de nuestra felicidad. Su pensamiento consistía en que no hay que temerle a la muerte, ya que esta consiste en la falta de sensación, por lo que no tiene sentido espantarnos por algo que nunca vamos a sentir. A su vez, explicó que mientras existimos, la muerte no estará presente, y cuando esté presente, nosotros no existiremos, lo que significa que jamás estaremos en una relación directa con nuestra muerte, concluyendo así con la idea de que no hay que temerle a algo que no estará presente mientras existamos en este mundo.[7]

Aunque la mayor parte de su obra se ha perdido, conocemos bien sus enseñanzas a través de la obra De rerum natura, del poeta latino Lucrecio (un homenaje a Epicuro y una exposición amplia de sus ideas), así como a través de sus cartas recogidas por Diógenes Laercio y fragmentos rescatados por otros filósofos como Filodemo de Gadara, Diógenes de Enoanda, Sexto Empírico, Séneca y Cicerón. El epicureísmo alcanzó la cima de su popularidad durante los últimos años de la república romana. Se extinguió a finales de la antigüedad, sujeto a la hostilidad del cristianismo primitivo. A lo largo de la Edad Media, Epicuro fue recordado popularmente, aunque de manera inexacta, como un patrón de borrachos, prostitutas y glotones. Sus enseñanzas gradualmente se hicieron más conocidas en el siglo XV, pero no se volvieron aceptables hasta el siglo XVII con figuras como Walter Charleton y Robert Boyle. Su influencia creció considerablemente durante y después de la Ilustración, impactando profundamente las ideas de pensadores modernos como Pierre Gassendi, John Locke, Thomas Jefferson, Jeremy Bentham, Karl Marx y Michel Onfray.

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  2. Según D.L. 10.14
  3. Ríos Pedraza, Francisco; Haya Segovia, Fernando (2009). «La filosofía antigua». En Amodeo Escribano, Marisa; Scott Blacud, Elizabeth; López Vera, Eduardo et al., eds. Historia de la Filosofía. San Fernando de Henares: Oxford Univesity Press España, Sociedad Anónima. p. 5. ISBN 9788467351477. Consultado el 10 de mayo de 2017. 
  4. BASSHAM, GREGORY (2017). «c. 300 a. C. Epicureísmo». El libro de la filosofía: de los Vedas a los nuevos ateos, 250 hitos en la historia del pensamiento. LIBRERO B.V. p. 92. ISBN 9789089989451. 
  5. Bieda, Esteban (10 de agosto de 2016). Epicuro. Editorial Galerna. ISBN 978-950-556-674-7. Consultado el 14 de marzo de 2020. 
  6. Adamson, Peter (2015). Philosophy in the Hellenistic and Roman Worlds (en inglés). Oxford University Press. p. 26. ISBN 978-0-19-872802-3. 
  7. a b c «Enciclopedia Herder: Epicuro». 
  8. Lenoir, Frédéric (2018) [2008]. Breve tratado de historia de las religiones. Barcelona: Herder Editorial. p. 119. ISBN 978-84-254-3976-6. «Contrariamente a la asimilación posterior entre epicureísmo y búsqueda del placer, el fundador del Jardín preconiza una vida sobria, que satisfaga sin exceso los deseos "naturales y necesarios", lejos de la agitación del mundo, simplemente y, sobre todo, cerca de los amigos queridos.» 

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