Escuela de Traductores de Toledo

Miniatura de las Cantigas de Santa María que muestra a Alfonso X el Sabio dictando.

El nombre Escuela de traductores de Toledo designa en la historia, desde el siglo XIV, a los distintos procesos de traducción e interpretación de textos clásicos greco-latinos alejandrinos, que habían sido vertidos del árabe o del hebreo a la lengua latina sirviéndose del romance castellano o español como lengua intermedia, o directamente a las emergentes lenguas vulgares, principalmente al castellano. La conquista en 1085 de Toledo y la tolerancia de los reyes castellanos cristianos con musulmanes y judíos facilitaron este comercio cultural que permitió el renacimiento filosófico, teológico y científico primero de España y luego de todo el Occidente cristiano. En el siglo XII, la Escuela de traductores de Toledo vertió textos filosóficos y teológicos (Domingo Gundisalvo interpretaba y escribía en latín los comentarios de Aristóteles, escritos en árabe y que el judío converso Juan Hispalense le traducía al castellano, idioma en el que se entendían). En la primera mitad del siglo XIII, esta actividad se mantuvo. Por ejemplo, reinando Fernando III, rey de Castilla y de León, se compuso el Libro de los Doce Sabios (1237), resumen de sabiduría política y moral clásica pasada por manos «orientales». En la segunda mitad del siglo XIII, el rey Alfonso X el Sabio (rey de Castilla y de León, en cuya corte se compuso la primera Crónica General de España) institucionalizó en cierta manera en Toledo esta «Escuela de traductores», centrada sobre todo en ver textos astronómicos, médicos y científicos.


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