Indra

Indra y su esposa Sachi sobre su vehículo Airavata.
El dios Indra y el elefante de tres cabezas Erawan (Airavata). Detalle del Phra Prang, la torre central del Wat Arun (‘templo del crepúsculo’) en Bangkok (Tailandia). Fotografía satelital del templo: Maps.Google.com.
Figura indonesia de Indradev.
Indra rodeado de servidores; en los extremos se ven elefantes-leones (gaja-simha). Friso camboyano, de la provincia de Siemreap (Prasat Koki, Phnom Kulen); estilo de Kulen, siglo IX, en gres; actualmente propiedad del museo Guimet (en París).
Al centro: Indra cabalga sobre el elefante tricéfalo Airavana (sic, por Airavata) y blande el rayo. Friso en estilo preRup, fines del siglo X; actualmente propiedad del museo Guimet (en París).

En la mitología hinduista, Indra es el rey de los dioses o devas y señor del Cielo y dios principal de la religión védica (previa al hinduismo) en la India.

Aparece como héroe, deidad y figura central en el libro Rig-veda (mediados del II milenio a. C.). Dentro de las divinidades hinduistas, es considerado el dios de la guerra, la atmósfera, el cielo visible, la tormenta y el rayo (que es representado como una espada con ondulaciones, la cual evoca la forma del rayo). Como antigua deidad suprema, sería el creador de la Perlas de Indra en la cosmología hindú.

Posteriormente, en el hinduismo, se convirtió en el rey de todos los semidioses (dioses inferiores) y fue superado por los dioses Brahma, Vishnu y Shiva.

Su arma es el relámpago (vashra).[1]​ Su vajana (vahana: ‘vehículo, montura’) es el elefante Airavata, que representa la nube de la cual Indra hace descargar su lluvia.

Entre otras cosas es el dios regente de la pupila del ojo derecho (mientras que la del izquierdo es representada por su esposa, la diosa Indrānī) o Sachi.

Su piel es blanca o amarillenta y su cuerpo está cubierto de ojos con párpados que le permiten ver todo lo que sucede en el mundo.

En realidad, esos ojos fueron una maldición-bendición de sabio Gótama. Indra había seducido a la esposa del sabio, Ajalia (Ahalya). Al enterarse el asceta del adulterio, hizo que el cuerpo de Indra se llenara de decenas de vulvas. Indra hizo penitencias para pedir perdón, y el sabio terminó accediendo a convertir las vulvas en ojos.

En las escrituras hinduistas, Indra, al ser un deva conocedor del karma, es un dios temeroso de perder su puesto como dios principal. Por eso, cuando se entera de que algún humano (como Vishuámitra) realiza muchas austeridades para ganar karma que le permita ascender en una siguiente encarnación y pueda así llegar a ocupar el puesto de Indra, este envía a las prostitutas celestiales, las apsaras (como Urvashí, Rambhá o Menaká) para que lo seduzcan y le hagan perder todo avance místico. Sin embargo, al final igualmente terminó por perder su estatus de Dios principal en favor de los dioses de la Trimurti.

  1. En las transliteraciones inglesas se escribe vajra (cuya jota se pronuncia como la jota inglesa en la palabra John).

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