Saturnismo

Saturnismo

Radiografía que muestra densas líneas metafisarias, características del saturnismo.
Especialidad medicina de emergencia

Se denomina saturnismo, plumbosis o plombemia al envenenamiento que produce el plomo (Pb) cuando entra en el cuerpo humano. Se denomina así debido a que, en la antigüedad, los alquimistas llamaban «saturno» a dicho elemento químico. Se denomina saturnismo hídrico al que se produce a través del agua ingerida, pues el plomo, mineral inoxidable muy maleable, no confiere gusto al agua ni a los alimentos. Precipita con ácido clorhídrico. Previa a la intoxicación existe una etapa de contaminación. El plomo es el primer metal conocido y más ampliamente estudiado por su riesgo ambiental.

Cuando el plomo entra en el organismo, las enzimas que metabolizan los aminoácidos azufrados lo transforman en sulfuro de plomo. Para detectar la presencia de plomo en la sangre, el análisis más utilizado es el llamado espectrofotometría de absorción atómica en cámara de grafito.[1]

El saturnismo genera anemia, debido a que el plomo en la sangre bloquea la síntesis de hemoglobina y altera el transporte de oxígeno a la sangre y hacia los demás órganos del cuerpo. Se cree que estas reacciones son provocadas tras la sustitución de los metales como el calcio, el hierro y el zinc por plomo dentro de las enzimas; las diferencias en las propiedades químicas provocan que no cumplan debidamente las funciones enzimáticas. Es también una causa menos frecuente de hipertensión arterial secundaria.

El plomo es un metal pesado neurotóxico que cuando está presente en la sangre, circula por todo el organismo ocasionando daños neurológicos irreversibles al llegar al cerebro.

Presumiblemente, Beethoven padeció esta enfermedad, la cual es posible que le provocase la sordera y agriase su carácter. Sin embargo, era más frecuente encontrarla entre otros colectivos artísticos que en el de los músicos, especialmente en el de los pintores, debido al alto contenido de plomo presente en los pigmentos que utilizaban. Un ejemplo claro lo podemos encontrar en Goya, quien —después de trabajar en sus cartones— se retiró en 1792 para recuperarse de una dolencia que acabaría por dejarle sordo en 1793.[2]Caravaggio también padeció esta enfermedad debido a su profesión. Otros casos recurrentes en la historia los protagonizaron los emperadores, senadores y demás acaudalados romanos, los cuales disponían de canalizaciones de plomo en sus domus y vajillas realizadas en bronce y recubiertas por finas capas de plomo para neutralizar el efecto venenoso del cardenillo. Asimismo, era costumbre "endulzar" el vino, añadiendo raspaduras de plomo.

  1. Ericson, Bret; Hu, Howard; Nash, Emily; Ferraro, Greg; Sinitsky, Julia; Taylor, Mark Patrick (1 de marzo de 2021). «Blood lead levels in low-income and middle-income countries: a systematic review». The Lancet Planetary Health (en inglés) 5 (3): e145-e153. ISSN 2542-5196. PMID 33713615. doi:10.1016/S2542-5196(20)30278-3. Consultado el 15 de enero de 2022. 
  2. BOZAL, Valeriano, Francisco Goya, vida y obra, Madrid, Tf, 2005, 2 vols. ISBN 978-84-96209-39-8.

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