Animismo

El animismo (del latín anima, ‘alma’) es un concepto que engloba diversas creencias en las que tanto objetos (útiles de uso cotidiano o bien aquellos reservados a ocasiones especiales) como cualquier elemento del mundo natural (montañas, ríos, el cielo, la tierra, determinados lugares, espíritus, rocas, plantas, animales, árboles, etc.) están dotados de movimiento, vida, alma o consciencia propia.

Si bien dentro de esta concepción cabrían múltiples variantes del fenómeno, como la creencia en seres espirituales, incluidas las almas humanas, en la práctica la definición se extiende a que seres sobrenaturales personificados, dotados de razón, inteligencia y voluntad, habitan los objetos inanimados y gobiernan su existencia. Esto se puede expresar simplemente como que todo está vivo, es consciente o tiene un alma.

Aunque cada cultura tiene sus propias mitologías y rituales diferentes, se dice que el "animismo" describe el hilo fundamental más común de las perspectivas "espirituales" o "sobrenaturales" de los pueblos indígenas. La perspectiva animista es tan extensa e inherente a la mayoría de los pueblos indígenas que a menudo ni siquiera tienen una palabra en sus idiomas que corresponda a "animismo" (o incluso "religión");[1]​ el término es una construcción antropológica.

En gran parte debido a tales discrepancias etnolingüísticas y culturales, se ha discutido sobre si el "animismo" se refiere a un modo ancestral de experiencia común a los pueblos indígenas de todo el mundo, o a una religión en toda regla. La definición actualmente aceptada de animismo fue desarrollada a finales del siglo XIX (1871) por Sir Edward Tylor, quien la creó como "uno de los primeros conceptos de antropología, si no el primero".[2][3]

El animismo abarca las creencias de que todos los fenómenos materiales tienen agencia, relacionándose y conformando un ánima universal ("Anima mundi"), y que no existe una distinción dura y rápida; incluso tradiciones como las presentes en Japón, van más allá, y por ejemplo podemos encontrar la creencia de ánima en los objetos creados, principalmente en los antiguos (Tsukumogami); o incluso en los actos realizados, tales como la palabras del habla a través del concepto de Kotodama (el poder de la palabra).

En América podemos encontrar por ejemplo la creencia en los Ngen (espíritus de la naturaleza).

En África el animismo se encuentra en su versión más compleja y acabada, siendo así que incluye el concepto de magara o fuerza vital universal, que conecta a todos los seres animados, así como la creencia en una relación estrecha entre las almas de los vivos y los muertos.

Los neopaganos a veces describen como animista a su sistema de creencias; un ejemplo de esta idea es que la diosa madre y el dios cornudo coexisten en todas las cosas. Asimismo, los panteístas igualan a Dios con la existencia.

El término también es el nombre de una teoría de la religión propuesta en 1871 por el antropólogo Edward Burnett Tylor en su libro Primitive Culture (Cultura primitiva).[4][5][6][7]

  1. «Native American Religious and Cultural Freedom: An Introductory Essay». The Pluralism Project. President and Fellows of Harvard College and Diana Eck. 2005. Archivado desde el original el 23 de diciembre de 2014. Consultado el 7 de marzo de 2020. 
  2. Bird-David, 1999, p. S67.
  3. Wolfram, Stephen (2002). A New Kind of Science. Wolfram Media, Inc. p. 1195. ISBN 1-57955-008-8. 
  4. «Religion and Nature». 
  5. Stringer, Martin D. (1999). «Rethinking Animism: Thoughts from the Infancy of our Discipline». Journal of the Royal Anthropological Institute 5 (4): 541-56. JSTOR 2661147. doi:10.2307/2661147. 
  6. Hornborg, Alf (2006). «Animism, fetishism, and objectivism as strategies for knowing (or not knowing) the world». Ethnos: Journal of Anthropology 71 (1): 21-32. doi:10.1080/00141840600603129. 
  7. Haught, John F. (1990). What Is Religion? An Introduction. Paulist Press. p. 19. 

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