Una ciudad es un asentamiento humano de tamaño considerable. El término «ciudad» tiene diferentes significados en todo el mundo, y en algunos lugares el asentamiento puede ser muy pequeño. Incluso cuando el término se limita a asentamientos más grandes, no existe una definición universalmente aceptada sobre el límite inferior de su tamaño.[1][2]En un sentido más estricto, una ciudad puede definirse como un lugar permanente y densamente poblado con límites administrativos definidos, cuyos habitantes trabajan principalmente en actividades no agrícolas.[3] Las ciudades generalmente cuentan con sistemas extensivos para la vivienda, el transporte, el saneamiento, los servicios públicos, el uso del suelo, la producción de bienes y la comunicación.[4][5] Su densidad facilita la interacción entre personas, propiedad estatal y negocios, a veces beneficiando a distintas partes en el proceso, como la mejora en la eficiencia de la distribución de bienes y servicios.
Históricamente, los habitantes de las ciudades han sido una pequeña proporción de la humanidad en general, pero después de dos siglos de urbanización rápida y sin precedentes, más de la mitad de la población mundial vive ahora en ciudades, lo que ha tenido profundas consecuencias para la sostenibilidad global.[6][7][8][9][10] Las ciudades actuales suelen formar el núcleo de áreas metropolitanas y áreas urbanas más grandes, lo que genera numerosos viajeros que van hacia los centros de las ciudades en busca de empleo, entretenimiento y educación. Sin embargo, en un mundo de creciente globalización, todas las ciudades están, en distintos grados, conectadas globalmente, más allá de estas regiones. Esta mayor influencia significa que las ciudades también tienen una influencia significativa en cuestiones globales, como el desarrollo sostenible, el cambio climático y la salud global. Debido a estas importantes influencias en los problemas globales, la comunidad internacional ha priorizado la inversión en ciudades sostenibles a través del Objetivo de Desarrollo Sostenible 11. Debido a la eficiencia del transporte y al menor consumo de tierra, las ciudades densas tienen el potencial de tener una huella ecológica menor por habitante que las áreas escasamente pobladas.[11][12] Por ello, a menudo se hace referencia a las ciudades compactas como un elemento crucial en la lucha contra el cambio climático.[13][14][15] Sin embargo, esta concentración también puede tener algunas consecuencias negativas importantes, como la formación de islas de calor urbanas, la concentración de la contaminación y la presión sobre el suministro de agua y otros recursos.
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