Comercio de pieles norteamericano

Un comerciante de pieles en Fort Chipewyan (Alberta, Canadá), seleccionando diversas pieles. El comercio de pieles norteamericano fue la industria y las actividades relacionadas con la adquisición, el comercio, el intercambio y la venta de pieles de animales en América del Norte. Los amerindios de Canadá y los pueblos nativos de los Estados Unidos de diferentes regiones comerciaron entre ellos en la era precolombina, pero los europeos participaron en el comercio desde el momento de su llegada al Nuevo Mundo y extendieron su alcance a Europa. Los franceses comenzaron a comerciar en el siglo XVI, los ingleses establecieron puestos comerciales en la Bahía de Hudson, en la actual Canadá, en el siglo XVII, y los holandeses comerciaron por el mismo tiempo en Nueva Holanda. El comercio de pieles norteamericano en el siglo XIX, cuando la industria estaba en su apogeo de importancia económica, implicó el desarrollo y elaboración de redes de comercio.

El comercio de pieles se convirtió en una de las principales empresas económicas en América del Norte y atrajo la competencia entre franceses, británicos, holandeses, españoles y rusos. De hecho, en la joven historia de los Estados Unidos, sacar provecho de este comercio y eliminar el dominio absoluto España sobre él, fue visto como un importante objetivo económico. Muchas sociedades de Inglaterra de todo el continente llegaron a depender del comercio de pieles como su principal fuente de ingresos. Sin embargo, a mediados de la década de 1800, las modas cambiantes en Europa provocaron un colapso en los precios de la piel. La American Fur Company, una de las mayores empresas del país junto con algunas otras compañías fueron a la quiebra. Los europeos querían pieles de castor, mapache, zorro, visón, ciervo e incluso oso por las mismas razones que la gente indígena: la piel hacía ropa de abrigo. Las pieles se cosieron en abrigos o ropa o se quitó el cabello y luego se presionó, calentó y trató químicamente para hacer fieltro. Luego, el fieltro se transformó en abrigos o sombreros. Los abrigos y sombreros de castor eran especialmente populares en Europa, y los castores europeos habían sido cazados casi hasta la extinción. La empresa comercial de Manuel Lisa fue una de las primeras en aprovechar este mercado.


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