Eduardo el Viejo

Eduardo el Viejo
Rey de Wessex y Rey de los Anglosajones

Eduardo el Viejo
Reinado
899 - 924
Predecesor Alfredo el Grande
Sucesor Ethelweard
Información personal
Coronación 8 de junio del 900, Kingston upon Thames
Sepultura Catedral de Winchester
Familia
Consorte Egwina (893)
Elfleda de Wessex (901)
Edgiva de Kent (919)
Hijos Luis I de Inglaterra
Ethelweard

Eduardo el Viejo[nota 1]​ (en anglosajón: Ēadweard cyning; en francés: Edouard le Vieux) (n. 874-877-17 de julio de 924) fue rey de Wessex desde 899 hasta su muerte en 924. Fue el segundo de los hijos varones —seis en total— de Alfredo el Grande, rey de Wessex, y de su esposa Ethelswitha. Al acceder al trono, Eduardo tuvo que enfrentarse a su primo Ethelwold, quien tenía grandes pretensiones sobre el trono, ya que su padre Etelredo fue el hermano mayor y predecesor del rey Alfredo.

Eduardo heredó de su padre el título de rey de los anglosajones, ya que Wessex y Mercia eran los únicos territorios que no dependían de un control vikingo. En 910 los ejércitos de estos reinos vencieron al ejército de Northumbria, terminando con la amenaza vikinga norteña. Durante esta década Eduardo y su hermana Ethelfleda, quien se había convertido en Señora de los mercios gracias a su matrimonio, conquistaron el territorio vikingo meridional. Tras la muerte de Ethelfleda en 918, su hija Elfwynn fue coronada brevemente, ya que Eduardo la trasladó a Wessex e impuso su poder sobre todo el territorio mercio. En 920 Eduardo ya albergaba el control sobre Wessex, Mercia y Anglia Oriental, y únicamente Northumbria mantenía la independencia vikinga. En 924 se enfrentó a una revuelta mercia y galesa en Chester, y tras sofocarla, falleció en Farndon en Cheshire el 17 de julio de ese año. Fue sucedido por su primogénito, Athelstan (r. 924-939), aunque sus hijos menores también reinaron posteriormente como Edmundo I (939-946) y Edred (946-955).

El epónimo de Eduardo, «el Viejo», fue usado por primera vez en el siglo X en el escrito Life of St Æthelwold («Vida de Ethelwold») de Wulfstan, para distinguirlo del rey posterior, Eduardo el Mártir. Eduardo fue admirado por los cronistas medievales, y según Guillermo de Malmesbury, fue «muy inferior a su padre en la promoción de las letras», aunque «incomparablemente más glorioso en el mandato de su poder». Posteriormente fue ignorado por los historiadores hasta 1990, cuando Nick Higham lo describió como «quizás el rey inglés más olvidado», en parte por la ausencia de fuentes directas durante su reinado. Su reputación fue en aumento a finales del siglo XX y se le considera destructor del poder de los vikingos en el sur de Inglaterra y fundador del primer poder unificado del reino inglés.
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