Recibe el nombre de guerra financiera o guerra económica la contienda que a través de la manipulación de las finanzas y la economía busca el apropiamiento de la riqueza. Como contrapartida a la agitación económica, los grupos perdedores se empobrecen, causando una devastación de tipo social.[1] De esta manera, se logra el control de los medios de producción, la fuerza laboral, los recursos naturales y las instituciones de un territorio sin necesidad de su conquista militar.[2][3] Los mecanismos utilizados en la guerra financiera se basan en la especulación, entre ellos el comercio derivado, los cambios adelantados de divisas, las opciones de divisas, los fondos de cobertura y los fondos indizados. Como resultado, la política monetaria queda en manos de acreedores privados con capacidad para congelar presupuestos estatales, paralizar procesos de pago, inhibir salarios y eliminar total o parcialmente programas sociales y productivos,[4] en tanto la distribución de la renta favorece a las rentas financieras y, en general, a cualquier capital.[3]
En última instancia, la guerra financiera pertenece a un subgrupo de conflictos no armados progresivamente utilizados tras el fin del colonialismo, grupo al que pertenecen también la guerra mediática, la guerra alimentaria y la guerra viro-demográfica, entre otras.[5] Sin embargo, las guerras financieras se remontan siglos atrás. Con ese nombre se calificó las tensiones económicas perpetradas por los acreedores genoveses contra el Imperio español en el siglo XVII.[6]
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