Guerra italiana de 1494-1498

Primera Guerra de Italia
Guerras italianas

Mapa de Italia en 1494 antes del comienzo de la guerra
Fecha 1494-1498
Lugar Italia y Pirineos
Coordenadas 42°30′N 12°30′E / 42.5, 12.5
Casus belli Invasión francesa de la península italiana
Resultado Victoria de la Liga de Venecia
Beligerantes
Reino de Francia Liga de Venecia:
Imperio español
Ducado de Milán
República de Venecia
Sacro Imperio Romano Germánico
Estados Pontificios
Reino de Nápoles
Comandantes
Carlos VIII de Francia
Duque de Orleans
Bérault Stuart
Gilberto de Montpensier
Gonzalo Fernández de Córdoba
Francisco II Gonzaga
Fernando II de Nápoles
Fuerzas en combate
25 000 hombres[1] Desconocidos. Algunos efectivos estimados:
Ejército de España: 7000~10000 soldados
Ejército de Nápoles: 6000 soldados
Bajas
13 000 muertos[1] Desconocidas

La primera guerra italiana (1494-1495), conocida en Italia como descenso de Carlos VIII en Italia (en italiano: Discesa di Carlo VIII in Italia), y a veces como guerra del yeso (guerra del gesso), fue la fase inicial de las guerras italianas del siglo XVI. El conflicto vio como Carlos VIII de Francia, para hacer valer manu militari sus derechos sucesorios al trono napolitano, emprendía una campaña militar contra el reino de Nápoles (y por tanto, contra el reino de Aragón), contando inicialmente con la ayuda del ducado de Milán y de la república de Génova, a remolque. Carlos VIII, de poco más de veinte años, dirigió los recursos de su reino hacia la conquista de Nápoles, animado por Ludovico Sforza, conocido como Il Moro (que aún no era duque de Milán, sino sólo regente) e instigado por sus consejeros, Guillaume Briçonnet y de Vers.

En realidad el casus belli del conflicto fue la rivalidad que surgió entre la duquesa de Bari, Beatriz de Este, esposa de Ludovico, y la duquesa de Milán, Isabel de Aragón, esposa de Gian Galeazzo, que aspiraban ambas a controlar el ducado de Milán y el título hereditario para sus hijos. Cuando, en enero de 1493, Beatriz dio a luz a Ercole Massimiliano, quiso que fuera nombrado conde de Pavía —el título que correspondía exclusivamente al heredero del trono—en lugar de serlo el hijo de Isabel.[2]​ Esta última, sintiéndose amenazada, solicitó la intervención de su padre Alfonso de Aragón quien, habiendo ascendido al trono de Nápoles el 25 de enero de 1494 tras la muerte de su padre Ferrante, no dudó en acudir al rescate de su hija.[3]​ De aquí surgió la reacción de Ludovico quien, para responder a las amenazas de Alfonso que había ocupado la ciudad de Bari, dejó vía libre al monarca francés para bajar a Italia.[3]

La reconquista del mayor reino de la península, que ya había sido gobernado por la casa angevinos (de 1282 a 1442), no incluía a Sicilia en los planes de Carlos. Este último hecho apoya la tesis según la cual Carlos no pretendía simplemente aumentar los dominios de su Casa, ambición común a muchas casas gobernantes del área centroeuropea o anglosajona, sino convertirla en el punto de partida de aquellas Cruzadas cuyo eco había sido recobrado por la reciente expulsión de los árabes de la última posesión española, el reino de Granada (1492). El proyecto político de la Res Publica Christiana Pro Recuperanda Terra Sancta todavía tenía arraigo en las aristocracias europeas, a pesar de que las ocho cruzadas que intentaron hacerlo realidad finalmente terminaron en un desastre. El propio rey Luis IX de Francia había perdido la vida durante la octava Cruzada. Acre, el último bastión cristiano había caído finalmente en 1291.

Carlos VIII, que estuvo acompañado en la empresa por su primo segundo Luis de Orléans, futuro Luis XII, logró en una primera fase (1494-1495) atravesar fácilmente toda la península itálica y hacerse con el reino de Nápoles. Pero la preocupación de que Italia se transformara en una provincia francesa, así como la inusual violencia y las masacres perpetradas por transalpinos y mercenarios suizos a su sueldo, favorecieron la formación de una alianza, la Liga de Venecia, formada por los principales estados italianos de la época, a saber, la República de Venecia, los Estados Pontificios, el Sacro Imperio Romano Germánico, el Imperio español, el reino de Nápoles y el ducado de Milán, que en entretanto cambió sus alianzas, mientras que un controvertido régimen teocrática se establecía en la república de Florencia.

Carlos VIII debió entonces afrontar una difícil retirada, teniendo que enfrentarse a un ejército mucho más numeroso con el que debió concluir acuerdos de paz nada beneficiosos. Entretanto, el duque de Orléans que se había quedado en Lombardía, con su intento fallido de apoderarse del ducado de Milán, había contribuido a crear muchos obstáculos a los proyectos del rey, y la expedición a Italia fue un total fracaso político y estratégico. De regreso en Francia, Carlos, todavía deseoso de reconquistar el reino de Nápoles, mantuvo inteligencias con los príncipes de Italia cuyos estados podrían abrirle nuevamente el camino a ese reino. Pero murió en 1498 sin satisfacer sus sueños de venganza.

Fue Luis, ya como Luis XII, quien al año siguiente retomó la misma política italiana, añadiendo a la pretensión de los Anjou sobre el reino de Nápoles, la de los Orléans sobre el ducado de Milán. Después de haber conquistado a los milaneses, se convirtió en dueño de gran parte de la península.

  1. a b R. Ritchie, Historical Atlas of the Renaissance, 64
  2. Bernardino Corio (1565). L'Historia di Milano. Giorgio de' Cavalli. p. 1029. .
  3. a b Corio, op. cit. pag. 1057.

© MMXXIII Rich X Search. We shall prevail. All rights reserved. Rich X Search