Imperio otomano durante la Primera Guerra Mundial

Durante los primeros meses de la Primera Guerra Mundial, el Imperio otomano se mantuvo prudentemente a la expectativa, sin participar en ella, pese a los tratados que lo ligaban al imperio alemán: la Sublime Puerta dudó entre los dos bandos, antes de decantarse por el de los Imperios Centrales (formado primero por Alemania y Austria-Hungría) en octubre de 1914. Tras el fracaso de las ofensivas contra Egipto y el Cáucaso, el imperio hubo de enfrentarse en 1915 a una acometida enemiga contra Constantinopla, que pudo desbaratar, y a varios ataques en Armenia, Mesopotamia y Palestina. El sultán, en calidad de califa, título que ostentaban los soberanos otomanos desde el siglo XVI, hizo un llamamiento a la guerra santa contra los Aliados, pero con escaso éxito. El imperio no contaba con medios para afrontar una guerra moderna y fue agotándose, ahogado por el bloqueo enemigo. En el otoño de 1918, unidades británicas, mejor armadas que las enemigas, vencieron a las turco-alemanas al tiempo que la rendición búlgara dejaba indefensa la capital, lo que obligó al imperio a capitular.


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