Micorriza

Micorriza arbuscular. Esporangio, hifa, micelio, vesícula, arbúsculo.
Hongo micorrizo
Micorriza (Rhizophagus irregularis) en raíces.

La palabra micorriza, de origen griego, define la simbiosis entre un hongo (mycos) y las raíces (rhizos) de una planta. Como en muchas relaciones simbióticas, ambos participantes obtienen beneficios.[1]​ En este caso la planta recibe del hongo principalmente nutrientes, minerales y agua,[2]​ y el hongo obtiene de la planta hidratos de carbono y vitaminas que él por sí mismo es incapaz de sintetizar mientras que ella lo puede hacer gracias a la fotosíntesis y otras reacciones internas.[3]​ Se estima que entre el 90 y el 95 % de las familias de plantas terrestres (80 % de las especies) presentan micorrizas de forma habitual.[4]

La asociación simbiótica se establece entre las raíces de plantas y las hifas de hongos de las divisiones Basidiomycota y Ascomycota y la clase Glomeromycetes. Al inicio de la colonización el hongo forma un manto constituido de hifas fúngicas que rodean el ápice de la raíz; luego otras hifas penetran el espacio intercelular entre las células radiculares, formando lo que se conoce como la red de Hartig. Es aquí en la red de Hartig donde se lleva a cabo el intercambio de nutrientes, minerales y agua: el hongo absorbe agua y minerales que luego transloca hacia la planta y en retorno la planta le provee azúcares y otros productos de la fotosíntesis al hongo. Dentro de varios de los efectos positivos que le brindan los hongos ectomicorrícicos a su hospedero, el más importante se le atribuye al micelio extrarradical que aumenta la cantidad de toma de minerales disueltos.

La movilización de nutrientes se puede dar por una vía enzimática que le permite al hongo utilizar nitrógeno orgánico y fósforo, o por la liberación de ácidos orgánicos movilizando calcio, magnesio y potasio, entre otros. Las hifas excretan principalmente ácido oxálico que ayuda a desgastar las superficies rocosas; además el diámetro que presenta el ápice de una hifa comparado con el ápice de una raíz, le confiere una gran ventaja a la planta pues le permite explorar sustratos a los cuales no podría alcanzar sin la asociación con su hongo ectomicorrícico.[5]

Es posible que un hongo forme micorrizas con más de una planta a la vez, estableciéndose de este modo una conexión entre plantas distintas; esto facilita la existencia de plantas micoheterotrofas (plantas parásitas de hongos); algunas de las cuales ni siquiera realizan la fotosíntesis (como las del género Monotropa), que extraen todo lo que necesitan del hongo micobionte y las otras plantas con las que este también establece simbiosis. Así mismo, varios hongos (en ocasiones de especies diferentes) pueden micorrizar una misma planta al mismo tiempo.

  1. Kirk, P.M., P.F. Cannon, J.C. David & J. Stalpers 2001. Ainsworth and Bisby’s Dictionary of the Fungi. 9th ed. CAB International, Wallingford, UK.
  2. Selosse MA, Richard F, He X, Simard SW (2006). «Mycorrhizal networks: des liaisons dangereuses?». Trends Ecol Evol. 21: 621-628. PMID 16843567. doi:10.1016/j.tree.2006.07.003. 
  3. Harrison MJ (2005). «Signaling in the arbuscular mycorrhizal symbiosis». Annu Rev Microbiol. 59: 19-42. PMID 16153162. doi:10.1146/annurev.micro.58.030603.123749. 
  4. Wang, B.; Qiu, Y.L. (2006). «Phylogenetic distribution and evolution of mycorrhizas in land plants». Mycorrhizahello 16 (5): 299-363. doi:10.1007/s00572-005-0033-6. Consultado el 21 de enero de 2008. 
  5. Landeweert, R., E. Hoffland, et al. 2001. Linking plants to rocks: ectomycorrhizal fungi mobilize nutrients from minerals. "TRENDS in Ecology & Evolution". Vol.16 No.5 May 2001

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