Trastorno depresivo mayor

El trastorno depresivo mayor (TDM, o MDD, por sus siglas en inglés) (también conocido como depresión clínica, depresión mayor, depresión unipolar o trastorno unipolar depresivo o como depresión recurrente, en el caso de presentarse episodios repetidos) es un tipo de trastorno depresivo que consiste en un trastorno mental que se caracteriza por un estado de ánimo invasivo y persistente acompañado de una baja autoestima y una pérdida de interés o de placer (anhedonia) en actividades que normalmente se considerarían placenteras. El término “depresión” es utilizado de muchas formas diferentes. Es comúnmente utilizado para referirse a este síndrome, pero puede referirse tanto a otros diversos estados de ánimo o a un estado de ánimo en específico cuando la palabra es utilizada de forma coloquial. El trastorno depresivo mayor es una condición que puede afectar de manera adversa a quien lo padece en el ámbito familiar, laboral y académico; así como a sus hábitos de sueño, alimentación y salud en general. En los Estados Unidos, cerca del 3.4% de las personas con depresión mayor han llegado a suicidarse y cerca del 60% de las personas que se suicidaron sufrían de depresión o de algún otro trastorno del ánimo.[1]

El diagnóstico del trastorno depresivo mayor se basa en las experiencias del paciente, en el comportamiento reportado por amigos o familiares y una evaluación del estado mental. No existe una prueba de laboratorio que diagnostique el TDM; sin embargo, los médicos generalmente solicitan pruebas que revelen condiciones físicas que puedan provocar síntomas similares. Comúnmente, las personas que padecen de este trastorno comienzan a mostrar síntomas entre los 20 y 30 años, con mayor presencia entre los 30 y los 40 años.[2]

Las personas son tratadas con antidepresivos y, en muchos casos, reciben asistencia, particularmente terapia cognitiva conductual.[3]​ El tratamiento por medio de medicamentos parece ser efectivo; sin embargo, en ocasiones el efecto se ve reflejado únicamente en pacientes que padecen de depresión severa.[4][5]​ La hospitalización llega a ser necesaria en casos asociados con auto negligencia o cuando hay cierto riesgo de daño a sí mismo o a otras personas. La terapia electroconvulsiva podría ser otra alternativa para tratar el trastorno depresivo mayor, así como la estimulación magnética transcraneal. El desarrollo del trastorno varía ampliamente, desde un episodio de semanas hasta un síndrome crónico. Los individuos deprimidos tienen una menor esperanza de vida que aquellos sin depresión; esto se relaciona de gran manera con la susceptibilidad a padecer enfermedades médicas. No está claro si la medicación afecta al riesgo de suicidio. Todo tipo de pacientes, tanto actuales como aquellos que padecieron la enfermedad en algún punto, pueden resultar estigmatizados.

El entendimiento de la naturaleza y las causas de la depresión han evolucionado a lo largo de los siglos, aunque este es incompleto y ha dejado muchos aspectos de la depresión como objeto de discusión y de investigación. Entre las causas propuestas se incluyen factores psicológicos, psicosociales, hereditarios, evolutivos y biológicos. El abuso de sustancias a largo plazo puede causar o empeorar síntomas depresivos. Los tratamientos psicológicos están basados en teorías de personalidad, comunicación interpersonal y aprendizaje. La mayoría de las teorías biológicas se centran en los químicos monoaminos como son la serotonina, noradrenalina y dopamina, que se encuentran de forma natural en el cerebro y ayudan a la comunicación entre células nerviosas. Este conjunto de síntomas (síndrome) fue nombrado, descrito y clasificado como uno de los trastornos del estado de ánimo en la edición de 1980 del manual de diagnósticos de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Hoy en día es clasificado como un trastorno depresivo dentro de la clasificación del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en su quinta edición revisada (DSM-5-TR, por sus siglas en inglés).

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  2. «Major Depressive Disorder». American Medical Network, Inc. Consultado el 15 de enero de 2011. 
  3. Driessen, Ellen; Hollon, Steven D. (2010). "Cognitive Behavioral Therapy for Mood Disorders: Efficacy, Moderators and Mediators". Psychiatric Clinics of North America 33 (3): 537–55.
  4. Fournier JC, DeRubeis RJ, Hollon SD, et al. (enero de 2010). «Antidepressant drug effects and depression severity: a patient-level meta-analysis». JAMA 303 (1): 47-53. PMC 3712503. PMID 20051569. doi:10.1001/jama.2009.1943. 
  5. Kirsch I, Deacon BJ, Huedo-Medina TB, Scoboria A, Moore TJ, Johnson BT (febrero de 2008). «Initial severity and antidepressant benefits: a meta-analysis of data submitted to the Food and Drug Administration». PLoS Med. 5 (2): e45. PMC 2253608. PMID 18303940. doi:10.1371/journal.pmed.0050045. 

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