Trece de la Fama

Los 13 de la Isla del Gallo. Óleo de Juan B. Lepiani, que representa a Francisco Pizarro en la isla del Gallo, invitando a sus soldados a cruzar la línea trazada en el suelo.

Se denominan Trece de la Fama o Trece caballeros de la isla del Gallo, a las trece personas que acompañaron a Francisco Pizarro en la conquista del Imperio inca, superando el momento más crítico de la expedición.

Pizarro inició la conquista del Perú en 1524 con ciento doce hombres y cuatro caballos en un solo navío. Sus socios Diego de Almagro y Hernando de Luque se quedaron en Panamá con la misión de contratar más gente y salir posteriormente con ayuda y víveres en pos de Pizarro. Durante esta época mantuvieron duros enfrentamientos con los nativos americanos de la costa sur de Panamá donde Pizarro recibió hasta siete lanzadas y Almagro perdió un ojo de un flechazo. En mayo de 1527, cuando habían transcurrido dos años y medio de viajes hacia el sur afrontando toda clase de inclemencias y calamidades, llegaron exhaustos a la isla del Gallo, en la Bahía de Tumaco (actual municipio de Francisco Pizarro, al sur de Colombia). El descontento entre los soldados era muy grande: llevaban varios años pasando calamidades sin conseguir ningún resultado. Pizarro intenta convencer a sus hombres para que sigan adelante, sin embargo, la mayoría de sus huestes quieren desertar y regresar. Allí se produce la acción extrema de Pizarro de trazar una raya en el suelo de la isla obligando a decidir a sus hombres entre seguir o no en la expedición descubridora. Tan solo cruzaron la línea trece hombres: los "Trece de la Fama", o los "Trece caballeros de la isla del Gallo".

Sobre la escena que se vivió en la Isla del Gallo, luego que Juan Tafur le trasmitiera la orden del gobernador Pedro de los Ríos, nos la relata el historiador José Antonio del Busto:[1]

El trujillano no se dejó ganar por la pasión y, desenvainando su espada, avanzó con ella desnuda hasta sus hombres. Se detuvo frente a ellos, los miró a todos y evitándose una arenga larga se limitó a decir, al tiempo que, según posteriores testimonios, trazaba con el arma una raya sobre la arena:
— «Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere».
Un silencio de muerte rubricó las palabras del héroe, pero pasados los primeros instantes de la duda, se sintió crujir la arena húmeda bajo los borceguíes y las alpargatas de los valientes, que en número de trece, pasaron la raya. Pizarro, cuando los vio cruzar la línea, «no poco se alegró, dando gracias a Dios por ello, pues había sido servido de ponelles en corazón la quedada». Sus nombres han quedado en la Historia.
José Antonio del Busto

Pizarro y los Trece de la Fama esperaron en la isla del Gallo cinco meses por los refuerzos, los cuales llegaron de Panamá enviados por Almagro y Luque, al mando de Bartolomé Ruiz. El navío encontró a Pizarro y los suyos en la Isla de la Gorgona, hambrientos y acosados por los nativos americanos. Ese mismo día, Pizarro ordenó zarpar hacia el sur, dejando en la Gorgona a tres de los “Trece” que se hallaban enfermos, al cuidado de los indios naborías venidos en la nave de Ruiz. Serían recogidos posteriormente por el mismo Pizarro, a su regreso.

  1. Busto Duthurburu, José Antonio del (2011). «Capítulo III.- El segundo viaje descubridor». La conquista del Perú. Lima; Empresa Editora El Comercio S.A. p. 26. ISBN 978-612-306-077-0. 

© MMXXIII Rich X Search. We shall prevail. All rights reserved. Rich X Search